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Por Caridad Blanco de la Cruz

El infinito no puede ser materializado, pero se puede crear su ilusión: la imagen.
A. Tarkovski

La de Yornel Martínez es una obra plural. De ello dan fe piezas como El caballo de las praderas (2003), dibujo hecho con agua en la terraza principal del rectorado del Instituto Superior de Arte. El cuerpo húmedo y efímero de aquella criatura sobre las losas pulidas, sostuvo el reflejo del paisaje circundante cual visión de un espacio creado para su galope simbólico, al tiempo en que entreabría otra dimensión de la realidad. Ejemplos de lo vario constituyen sus hallazgos (1), las vistas construidas a partir de cartón de embalaje, el espacio de publicación en que ha convertido la revista P-350 y los versos encajados -a la vista del público y de los transeúntes en general- en las marquesinas de algunos cines habaneros como parte de su proyecto Exergo.

El discurso de Yornel está habitado por lo lírico, y de igual modo por el misterio. La poesía es sin dudas centro, pero no acción escritural, sino imagen. Imagen plástica. Una imagen que convierte en tangible lo inexplicable y que obra a partir de medios diversos: dibujo, pintura, collage, y también, instalaciones, objetos, caligramas, esquivas formas escultóricas y arte público. Su producción simbólica resulta a un tiempo gesto y reciclaje, confrontación e interactividad. Un sitio donde el lenguaje se dilata, extiende, y redimensiona ideas, objetos, representaciones, así como simples materiales tomados de lo cotidiano.

The Pure Land, es un viaje. También, uno de los accesos posibles a la producción de Yornel Martínez. Sus fundamentos esenciales están en la poesía que atraviesa su obra y en el paisaje que con ella tiene advenimiento. Vistas o panorámicas, en las que gravita un afán semejante al que Yornel vislumbrara tras la geografía mental común a un grupo de poetas que soñaron Asía, queriendo encontrar la tierra pura para sostener con certeza la palabra (T.S.Eliot, Ezra Pound, A. Artaud, Julián del Casal, José Lezama Lima y Severo Sarduy, entre otros). Yornel, sin embargo va más allá de esa zona de pensamiento, se mezcla con Occidente, mantiene una estrecha relación con la filosofía, su historia y con el mundo del conocimiento en su sentido más amplio.

En los espacios de significaciones que las obras de esta muestra proponen, el paisaje se destapa. Con mínimos detalles, nacen sitios sutiles. Evocaciones. Los suplementos verbales fundan otra posibilidad de ser para las cosas (en lo nimio o lo trivial). Nos las descubren en su profundidad, iluminadas por un sentido de la naturaleza que tiende hacia el panteísmo, en tanto en esa totalidad que sucede entre lo macro y lo micro como universo, el hombre es tan solo ínfima porción. Estos místicos parajes son un elemento unificador de la propuesta de Yornel Martínez y, cuando el artista elucubra horizontes expandiendo sus posibilidades de expresión, nos lleva a descifrar tras las ruinas de lo cotidiano, la poesía visual con la que invita a ver.

(1). Tales han sido, la losa que dio origen a Himalaya (2005) o el jarro encontrado donde ocurre Meditación en el lago (2010).